31.3.10

Recipriversexclusones

La Energía Bistromática es un nuevo y maravilloso método de recorrer grandes distancias interestelares sin todo ese peligroso desbarajuste de los Factores de Improbabilidad.

En sí misma, la Bistromática es una nueva y revolucionaria forma de entender el comportamiento de los números. Así como Einstein observó que el tiempo no era absoluto sino que dependía del movimiento del espectador en el espacio, y que el espacio no era absoluto sino que dependía del movimiento del espectador en el tiempo, así se comprende ahora que los números no son absolutos, sino que dependen del movimiento del espectador en los restaurantes.

La primera cifra no absoluta es el número de personas para quienes se reserva mesa. Ello varía a lo largo de las tres primeras llamadas telefónicas al restaurante, y luego no guarda relación clara con la cantidad de personas que terminan presentándose, ni con las que a continuación se unen a ellas tras el espectáculo/partido/fiesta/sesión musical, ni con los que se van al ver quién más ha venido.

El segundo número no absoluto es el de la hora de llegada prevista, a quien actualmente se conoce como uno de los conceptos matemáticos más extraños, un recipriversexclúson, cifra cuya existencia sólo puede definirse como distinta a la suya propia. En otras palabras, la hora prevista de llegada es el preciso momento en que es imposible que llegue cualquier miembro del grupo. Los recipriversexclusones desempeñan en la actualidad una parte importantísima en muchas ramas de las matemáticas, incluidas la estadística y la contabilidad, formando asimismo las ecuaciones básicas empleadas para programar el campo del Problema de Otro.

El tercero de los no absolutos, y el más misterioso de todos, reside en la relación entre el número de artículos de la cuenta, el precio de cada uno, el número de personas a la mesa y lo que éstas están dispuestas a pagar. (En este campo, el número de personasque han traído dinero es únicamente un subfenómeno.) Las desconcertantes discrepancias que solían producirse en este aspecto no se han investigado durante siglos sólo porque nadie las ha tomado en serio. En el momento se achacaban a cosas tales como cortesía, grosería, cicatería, ostentación, cansancio, emotividad o lo avanzado de lahora, olvidándose por entero a la mañana siguiente. Jamás se han examinado en condiciones de laboratorio, desde luego, porque nunca ocurren en laboratorios, al menos en laboratorios respetables.

Douglas Adams - La vida, el universo, y todo lo demás

Lo curioso es que esto pasa no sólo en los restaurantes, sino muy especialmente con los técnicos de servicio a domicilio. Da exactamente igual a qué hora hayas quedado. Pueden aparecer en cualquier momento, que además, combina la Teoría Bistromática con la Ley de Murphy, de tal forma que, si has quedado de 12 a 2:
- Si te quedas despierta hasta las 5 de la mañana, llegan a las 11.
- Si te tienes que ir corriendo antes de que te cierren las tiendas, llegan a la 1 (y se van a las 2 menos cinco).
- Si tienes clase a las 4, llegan a las 2 (y se van a las 3 y media).

Por supuesto, hablamos de una gente que jamás se va a molestar en llamar para decirte que prefieren pasarse un poco antes de lo que habíais quedado aunque les hayas explicado que tu compi de piso trabaja por la noche, ni un poco después aunque hayas insistido en que tienes que estar a una determinada hora en otro sitio.

Salvo que sigas durmiendo. Entonces sí. Entonces te llaman para decirte que vienen más tarde, te vuelves a dormir, y te vuelven a llamar para decirte que era broma, que van a ir antes. Porque las leyes de la improbabilidad no descansan nunca.

28.3.10

Como las vacas gordas y flacas

El primer cuatrimestre todo eran risas y novedades y estábamos tan llenos de ilusión que las cosas malas directamente rebotaban, sin ser capaces de entrar y de tocarnos. Y mira que hubo cosas malas, pero y qué. Y de pronto llegó el segundo cuatrimestre, y las malas noticias, y las constataciones, y el corazón en vivo, y la ansiedad, y los cabreos; y las cosas buenas se habían aposentado de tal manera que quedaba hueco para los huecos. Y ahora todo son huecos; tanto, que las cosas bonitas que empezaron el segundo cuatrimestre sirven de poco; porque los huecos se reproducen y ahora son ellos los que no dejan espacio.
Porque, lamentablemente, yo no necesito gente, sino escudos; y si no sirves de escudo, entonces de qué.
Me cago en tu desconcierto (y en el mío).

La primavera ha llegado a la ciudad (y no sabes lo bien que me sienta, mamá)

Parejas que se besan en los semáforos hasta perder los zapatos. Viejitos tomando el aire. Gente comiendo helados con una cara de satisfacción que obvia todos los años que hace que no tienen cinco. De nuevo, en el cielo se ven las estelas de los aviones. La gente tirita en las terrazas, resistiendo.

La primavera ha venido en pequeñas dosis, como si comiéramos muy despacito el último trozo de tarta de chocolate.

:)

26.3.10

He decidido pasar el día en la cama. Y jugar a que no importaba que te hubieses ido. Pero en realidad sí que importa, así que me he aburrido, y voy a salir.

Un día de estos, te lo digo muy en serio, pararé el mundo y nos bajaremos. De momento los ensayos no han ido mal.

25.3.10

Estar o no estar, esa es la cuestión


Que igual es que estamos más tontos de la cuenta, que también. El Chico Escritor se pregunta qué hace mal, y yo me convenzo de que forma parte de la naturaleza humana y de esto que venimos a llamar postmodernidad el hecho de que la gente, siempre, se marcha.

En realidad sé que es mentira. Que la Chica de las Sonrisas y yo hemos instaurado cenas semanales, que Mi Media Infancia, precisamente, vuelve; que aunque haya cancelado lo de Granada, la Chica Trotamundos está ahí. Y que mucha gente, gracias a eso llamado 2.0, está más cerca de lo que estuvo, a veces; aunque estoy de acuerdo con el Chico Collage en que las caricias son irremplazables.

Y no sólo las caricias; aunque le niegue, tiene razón en lo demás. Las dinámicas son importantes. Los días, los bares, los conciertos y festivales, los huecos de la nevera y la forma de llenar un armario, las cosas que se ven en televisión y las conversaciones que se tienen cuando se comparte una rutina.

Y tengo la sensación de que no me cabe más nostalgia dentro, que no tengo hueco para toda la gente a la que voy a tener que empezar a echar de menos enseguida.

Así que condiciono mi Semana Santa a los abandonos (aunque insisto en que abandono es una palabra muy fea y no se ajusta), e incluso doy pasos de gigante diciendo cosas como "Quiero que te quedes aquí, conmigo". Yo, señoras y señores, he saltado por encima de mi cinismo y mis malas experiencias y he dicho sin ninguna legitimidad noquieroquetevayas.

Y es que, en realidad, vamos aprendiendo. Aunque sea a palos.

22.3.10

How to play with Guilt (and win)

Estoy harta, hartísima, de días de locos. El Chico Escritor diría que "some people have real problems", pero, francamente, ese problema no es mío, sino de la gente real. El que sí es mi problema es el cansancio acumulado que me vuelve una potencial psicópata. El de "no me digas que analice Bowling for Columbine porque si me haces verla es posible que la recree". El de cruzarme con gente por la calle e imaginarme que un gesto rápido es suficiente, porque cuando la gente se mueve despacio pensamos que es inofensiva, y no tendría por qué.

Me estoy volviendo loca de remate. El vídeo de Astérix era premonitorio: tras toda la mañana de papeleos (incluyendo incidentes varios del tipo de no-quedan-más-números-en-el-INEM o mi ordenador queriendo una versión de Acrobat Reader que ya tiene), sigue quedando lo mismo. En realidad, un paseo más. Que ya sé que no es así, pero se percibe así, porque soy una pequeña inconsciente con orejeras de animal de carga y no veo más allá del siguiente paso, y ahora los siguientes pasos son tres y no dos, y ya está bien.

Y entonces llega el técnico del calentador a lo que yo pensaba que era instalarme el calentador, pero no. Lo mira con un cierto recelo, y finalmente sentencia que sí, que va a instalarlo. Otro día. Intento que no se dé cuenta de que estoy procurando que le estalle la cabeza con la mirada.

Llamo a los vecinos de abajo para informarles de que el fontanero del seguro vendrá mañana a mirar la bañera que, por favor, jesusitodemividaeresniñocomoyo, no habrá que levantar para arreglar, y la señora se enfada, me hace una especie de chantaje pasivo-agresivo, y yo tengo ganas de gritar. Blue ya lo dijo el otro día: podríamos pedirles disculpas, sí, pero a) no es nuestra casa; b) ya dijimos que el desagüe de la bañera daba problemas; y, muy importante, c) somos nosotras las que no podemos ducharnos, así que bastante tenemos con lo que tenemos.

Que ya está bien, joder. Que estoy harta de apencar, de decir que sí, de estar on-line, de estar disponible, de cenas frías, de llamadas telefónicas, YA ESTÁ BIEN.

Mi Excel vital tiene en verde TODO el día de hoy, y es suficiente. Es tan suficiente, de hecho, que me he ganado un rojo o un par de amarillos. Que estoy cansada de querer ser encantadora y adecuada y estupenda y competitiva, que soy lo que soy, y en estos momentos soy una chica cabreada y asustada y punto.

Y a quien le parezca mal, que mire para otro lado, como si le hubiéramos pedido algo.

Ya-está-bien.

20.3.10

Girl under construction

Por lo menos, ahora tengo un plan. Que saldrá mejor o peor, pero que es un plan. Me hace cosquillitas en la tripa pensar que hay algo decidido post-junio, aunque sea presentarme a unas oposiciones de las que no sacaré plaza. Algo es algo, siempre. Opositar y hacer tesis. Me da la sensación de que tendré cualquier cosa menos una vida apasionante, pero al fin y al cabo estoy un poco saturada de sensaciones, últimamente. Enough is enough.

Procuro no enfadarme (mucho) conmigo misma y en vez de eso, intentar convertir los apuntes del Profesor Que Se Parece A Mi Ex-Suegro en lo que fueron aquellos apuntes de Movimientos Artísticos Contemporáneos que rulaban por el búnker mucho después de que yo hubiera abandonado el edificio.

Leo un poquito de Murakami porque no sólo de Greimas y jaquecas consiguientes vive el hombre. Decido pasar el día en pijama.

Y si llueve en el pasillo de los vecinos, a mí qué. Estoy ocupada buscando mi huequito en el mundo, ustedes disculpen.

19.3.10

Ñoñez

Un día que quedamos, otro que no quedamos pero que, bueno, ya que nos vemos...; otro en el que finalmente tenemos que coger direcciones de metro contrarias (OK, son sentidos, pero me da igual), una despedida rara, un "feliz findesemana"; más correos con enlaces absurdos, el enésimo venteaskype, la enésima proposición indecente mientras suena, todo el rato, la canción que me mandaste o alguna parecida; un plan como de novios, de cena y peli, que se convierte en una cena de a cinco; muchas, muchas risas, vídeos buenísimos de la campaña viral de la tele sueca, miradas cruzadas entre sofás, montañas de ropa con las que no paramos de pelearnos, cosquillas, ruegos al cielo para que la gente sea consciente de cuantísimos bares hay abiertos en el mundo, situaciones que hacen buenas incluso las letras de Álex Ubago; poner el despertador mucho antes de lo estrictamente necesario y aun así, ir corriendo hacia el metro, miradas entre andenes que podrían, perfectamente, calentar sopa si Leslie Winkle se lo propusiera, deseos fortísimos de que haya una huelga de trenes, momentos como de anuncio de Baileys (qué mala es la cultura pop, que para todo hay un cutrerreferente audiovisual), un último mensaje, y la sonrisa más grande de todos los tiempos anclada en mi boca hasta que pongo ojos de china, para que tú los veas.

Cómo me gusta que esto se nos fuera de las manos.

18.3.10

La zanahoria y el palo

El miércoles, salimos de la clase del Profesor que Quiero que me Adopte, y yo, previsora, dejo dentro mi abrigo y mi carpeta, con la intención firme de no poder saltarme al Señor Patata aunque sólo sea porque mis cosas siguen dentro de clase. Una coca-cola después, me encuentro lloriqueando a todo el mundo que no tiene al Señor Patata para que suba y recoja mis cosas. Finalmente, el Sociólogo Kamikaze (no podía ser otro) se cuela en clase y rescata lo que el Sociólogo Renegado llama "mis dispositivos de control". Efectivamente, mis dispositivos de control son autoimpuestos e inútiles.

Pero ya en diciembre hablaba por aquí de arrancar el baobab de la procrastinación, y se supone que debía estar en ello; y no lo estoy. Lo intento, pero mi planeta se rebela, agrietado como está por las enormes raíces. Y suena el despertador a las 9 y media y yo me niego, claro que me niego; y si hace falta una bajada de tensión, pues se tiene una bajada de tensión. Total, para luego levantarme casi dos horas después y salir y hacer lo que tenía pensado para esta mañana, porque la culpa es un motor poderoso y la puntualidad, en España, no existe (afortunadamente).

Así que, sí, hoy he sido buena. Ya sé qué tengo que llevar y cuándo y qué va a pasar con la beca a partir de ahora (más o menos). Y ya sé que puedo estar escuchando un montón de sandeces y callarme, como las buenas chicas, porque al fin y al cabo Somosaguas no es mi terreno, y si la gente quiere seguir con su discurso gastado, absurdo y estructuralista (sin relación alguna con el objeto), allá ellos. Yo simplemente respiro hondo y pienso que es mucho mejor para todos que mi tesis no tenga relación con la facultad de Sociología, porque no queremos seguir acumulando enemigos, estamos bien así, gracias.

Todavía podemos rematar el día, pelearnos con las matrices culturales de Barbero, tachar la tarea rebelde que se va escurriendo de un día a otro de mi Excel obsesivocompulsivo, ser "productivos" (porque, sí, hemos aprendido mucho esta mañana a pesar de los comentarios).

Tampoco sé si eso arregla nada. Lo que quiero no es tanto ser buena como pelearme con las cosas que me dan rabia, ganar lo que creo que merezco, hacer lo que me parece que hago bien, y disfrutarlo. Seguir teniendo esas "pataletas de artista" de las que se ríe el Rey del Laboratorio y de las que saca conclusiones generales que explican parte de mi caos circundante. Y que además de pataletas, sean comienzos de cosas o finales de cosas perpetuamente a medio hacer.

Pero en cualquier caso, para empezar y terminar todo eso, habrá que estar despierto. Así que sí, ya es algo...

16.3.10

Una simple formalidad administrativa

Ayer, el Rey del Laboratorio me hablaba de las parrilladas en la universidad, y me sorprendió que todo surgiera el año pasado. Pensaba que tenía una cierta tradición. Como dijo él, la tiene, la tiene. Estuvo tan bien, que la tiene.

Yo soy bastante así. Meriendo dos domingos en el mismo sitio o ceno dos lunes en otro, y automáticamente en mi cabeza quedan institucionalizados. Y es que me declaro adicta a la mayor parte de las cosas que me gustan mucho, aunque sólo sea una vez.

Ayer estuvimos comiendo en el HD (ya van dos veces. Peligroso camino hacia la tradición). Por fin Blue conoció a la Rubia, por fin la Chica Asturias tiene su préstamo en camino, por fin mandé yo mi fax para que el mío se ponga en marcha. Incluso, por fin he cambiado la matrícula. Eso sí, ahora no sabemos qué va a pasar porque con el jaleo tan espantoso que han supuesto las últimas semanas, se me ha olvidado completamente lo de mi alegación de beca y tengo que interponer un recurso de no sé qué no sé dónde. Una de esas maravillas del papeleo. Hablábamos, en la comida, de tesis y becas de investigación y de traslados al extranjero; pero cada vez parece más complicado. Cansancio, como siempre.



Y un poquito de bajón, en realidad. Ayer, la Chica Asturias tuvo a bien preguntar qué planes tenía con el Rey del Laboratorio. Mi respuesta vino a ser algo del tipo de "dejar de verle el 19 de junio, como a vosotras, como a todo el mundo". Desde que dijo el otro día que quedaban 30 días de clase, no hago más que ver cómo se me escapa entre los dedos un año que está siendo fantástico.

La Rubia, tremendamente sensata como de costumbre, dice que deberíamos disfrutar estos tres meses en lugar de preocuparnos por los meses siguientes. Yo, de hecho, tengo de paro casi un año, así que oficialmente no debería preocuparme. Pero el caso es que te preocupas. Salen oposiciones, quiero inscribirme, pero son más papeles. Dios, cuántos papeles pueden llegar a formar parte de la vida de uno.

Luego resulta que a veces no es tan difícil. Do not disturb va a Medina del Campo y lo seleccionan. Todo es ponerse, la lotería no toca si no juegas, etc. Pero, ay, ponerse. Ponerse es ser sensato, llevar el horario que te marcan y no el que te cuadra, no consentirte caprichos. Y ahora que estoy aprendiendo a consentirme...

Ayer decía la Rubia que ella no era de sidras, sino de bebidas de colores. Igual debería hacer un bonito cóctel y combinar un poco mejor las categorías de mi Excel-TOC de organización vital. Procurar que la inercia no me devore. Marcar el minuto.

14.3.10

Landing day

Había que hacer algo tras la semana de los horrores. Algo que fuese, básicamente, tranquilizador. Algo que cogiese mi alivio tras la llantina provocada por el ataque nostálgico de Comandante ("Recuerdo cuando todo era naranja") y lo prolongase en el tiempo.

Así que decidí darme una semana de vacaciones. De hacer lo que quisiera, cuando quisiera; nada más y nada menos. Y ha sido una semana de lo más curioso, pero, sobre todo, de lo más cansado. Nota: no sé tener vacaciones (al menos, de las de descansar).

Y me he regalado una semana en la que, a pesar de estar caprichosa hasta el infinito, he ido a tres de mis cinco clases y a la sesión de Seminario (lo cual me convierte en una especie de Steve Jobs de mi máster; me gusta lo que hago, esa es la conclusión, y es estupenda). Una semana de Ava Gardner, porque no soporto dormir sola (no me siento orgullosa, pero tampoco puedo remediarlo). Una semana de vinos y cañas, porque la gente que tengo alrededor es increíblemente divertida. Una semana de reconciliarme con el feminismo, de descubrir lo apasionante de la filosofía del lenguaje. Un re-descubrimiento del Sociólogo Renegado, que sabíamos que molaba pero no hasta qué punto podía llegar a molar, especialmente ahora que su carcasa british se le cae todo el rato y hasta es él quien toca a los demás. Una semana de todo-puede-hablarse, con todo tipo de frases preciosas de las de guardar en una caja bonita.

Esta semana hemos tenido realmente de casi todo. Por tener, tengo incluso síndrome postvacacional. Hoy es día de Mauss y Greimas, de lavadoras, mistol y don limpio, de cambiar la jaula y las sábanas, de higiene mental y corporal. De retomar ese momento en el que quise organizar mi vida, minutos antes de que mi vida empezase a irse de las manos en todos los aspectos. De volver a tener un poco de TOC y organizarlo todo por fracciones de hora. Da una pereza descomunal, pero antes o después hay que ponerse...

9.3.10

El lenguaje SIEMPRE es performativo

Si nos ponemos con las leyes generales de la existencia, estamos en una racha performativa. Porque tenemos unos arranques muy serios de pretender que una campaña sin más contenidos que la protesta defina "esto", "nosotros", "arreglar" y "ellos". Porque decimos "te quiero" al tuntún, sin saber por qué. Porque después de años y años tenemos conversaciones sobre sexo con el Chico Escritor.

Quien me conozca, sabe que no soy ni de acción directa, ni de tequieros (no en un contexto de uno-a-uno, al menos), ni de hablar de sexo. Pero qué más da. Es la puta semana performativa, que siempre será mejor que la semana en que pensamos que todos estábamos al borde de la muerte, al menos como definición.

Estoy jodidamente triste y aparentemente es incomprensible. Digo aparentemente porque, si queremos, nos quedamos con aquello de "alma máster" o de "tú, la niña de las fiestas", o con el hecho de que al fin y al cabo tengo a quien me llama para decirme cómo van las cosas en el apartado preocupante, y a quien llamar para informar del apartado grave por el que no nos habíamos preocupado.

Todo eso, vale. Pero también es cierto que busco algo absolutamente indefinido por lo que abandoné algo definido-pero-insatisfactorio-de-forma-indefinida (y que sigue sin aparecer), que los bares me cierran cuando lo único que pido son bares, que todos los que parecían tirar del carro están ocupados en cosas más importantes que tirar de un carro.

Me siento ridículamente sola. Y digo ridículamente porque es probable que nunca haya estado menos sola que ahora. El Chico Escritor hace confidencias preciosas (aunque enmarcadas en un eje de imposibilidad), las ventanas de Skype se reproducen como por esporas, la gente aparentemente desaparecida cobra existencia tangible en forma de resúmenes de noticias o tags en fotos de Facebook que recuerdan tiempos mejores cuando las cosas eran "fáciles y bonitas, y ya", hay quien se quiere venir a dormir a casa un martes (e incluso por quien me veo capaz de cocinar una noche de martes), y hay planes de domingo sin testosterona, y hay paseos a por helado que valen lo que no vale una beca para Stanford, y todo lo que alguien puede pedir.

Pero las cosas no son tan fáciles como tener lo que uno puede pedir; fundamentalmente, porque no tenemos ni idea de cómo pedir las cosas que queremos. Es más: es probable que no tengamos ni idea de lo que queremos.

Yo quiero dejar de sentir que se me va el tiempo entre los dedos, quiero dejar de sentirme una farsante que no se merece el cariño y el entusiasmo que tiene alrededor, quiero una familia de la que me apetezca formar parte, quiero unas vacaciones mentales pero de las de verdad, de las de Santa Pola, cuando todo parecía fácil.

Eso, para empezar. Luego, si quieren, hablamos de mi súbitamente encontrada necesidad de que me necesiten, y de cómo puedo ser tan egoísta como para pretender segmentarla, y demás.

Pero de momento, las vacaciones, por favor.

5.3.10

Pervirtiendo conceptos

- Presupuesto de partida:
El otro día casi dejo de respirar cuando el Chico Extraordinario dijo que había leído mi blog. Luego me di cuenta de que tampoco habría pasado nada si lo hubiera leído. Un rato más tarde también supe que era mentira, que había estado en cualquier otro sitio, imprudentemente enlazado.
Hoy, días después, lo que pienso es que este blog no tiene sentido si no dejo de respirar. Así que a partir de este momento la autocensura se va a tomar viento fresco.

- De cómo hacer lo que, básicamente, te va dando la gana.
Me encuentro limpiando hollín de la bañera. Mucho rato. Es curioso, porque ayer descubrí que tendría que estar muerta pero ha sido hoy cuando me he sentido a punto de morir. Porque como tenemos esta manía de no aprender ni a palos, no se me ocurre ponerme una mísera mascarilla, no, me peleo con la bañera a pelo. A pelo y por las malas, sin pala ni uniforme de chapapoteira. Y encima, pierdo. Pienso en no ir a clase. Luego mando a la mierda a la bañera y me voy, porque la Profesora Perfecta es mucho motivo para ir a cualquier sitio. Y porque he quedado con el Profesor de Dudosas Iniciales para hablar, y nadie sabe cuánta falta me hace.

- Lugares comunes.
"Si no echas una beca, entonces sí que es seguro que no te la den". Charla con una amiga de la Chica Trotamundos. Que viene a reafirmar el discurso del Profesor de Dudosas Iniciales. Si lo peor que va a decirme alguien del proceso de hacer una tesis es que uno vive en una espiral ciclotímica de sentirse el rey de la creación un minuto y un maldito papagayo sin criterio el siguiente, entonces no entiendo la diferencia entre hacer una tesis y estar vivo, tal y como yo experimento estar viva. Así que sí, voy a inscribir la tesis en octubre. Así que ya he acabado los dos trabajos: sé qué quiero investigar y sé cuándo voy a empezar. Oficialmente, es la parte difícil. Se conoce que me engañaba pensando que las complicaciones empezaban cuando uno quería $60 000 para Stanford.

- Carencias afectivas.
Me acerco a casa del Rey del Laboratorio. Por qué, pues no se sabe. Igual es cierto que tampoco importa lo más mínimo. Por qué, en resumidas cuentas, pues porque no hay cañas y si hay que elegir entre cañas y mimos, hoy estoy de mimos. Me enrosco en su sofá, le aspiro, me quedo quieta. Quieta y callada. Parece que hace siglos que no estaba quieta y callada. Me siento bien, y eso quizá implique que empieza el final de una semana de cuatro días que ha durado doscientos años. Creo que me voy a echar a llorar en cualquier momento. Porque de pronto parece facilísimo estar bien, quieto y callado. "Esto es exactamente lo que necesitaba. Cosas bonitas y sencillas". Recuerdos de un SMS anterior. Qué importa a quién fuera aquel SMS. El caso es que "las cosas deberían ser fáciles, y bonitas, y ya". Si alguien encuentra un mantra mejor, que se atreva a vendérmelo. Las cosas son fáciles y bonitas por un rato que se hace corto, y el Rey del Laboratorio se metamorfosea por una vez en una fuente de cariño en vez de un receptor y eso mola infinito más uno, porque, joder, no debería ser tan difícil que alguien con quien tienes esta cosa absurda entre nada y una relación te acaricie a ti, para variar. Me voy a regañadientes del piso en el que nunca quiero entrar, y cuando veo un cambio a mejor tiendo a querer hacer Leyes Generales de la Existencia sobre las tendencias ascendentes manifiestas. Soy así. Hago teoría sociológica donde no la hay igual que cada vez que me cruzo con alguien pienso en Goffman. Pueden llamarme pedante, pero al fin y al cabo esto acaba en una consulta psicológica, así que, por rara que sea también mi relación con mi psicólogo, les ruego que me compadezcan un poquito, al menos.

- Selección de la muestra.
La Chica Trotamundos está en un lugar absolutamente infame. La gente no para de hacer cosas incompatibles con mi dolor de cabeza tóxico, del tipo de música en directo o Dj con ganas de charlar o fotógrafos que pretenden ponernos en una web de fiestas para inmigrantes internos. Mal momento, si consideramos que he encontrado recientemente mi vena agresiva, y que llevaba 25 años dormitando.
Y aun así, no importa lo más mínimo. Porque, con o sin dolor de cabeza, con o sin ganas de matar a toda persona que veo, con o sin sueño, es una noche de las de quedarse, porque es una noche que acaba con uno de esos abrazos que un miércoles insospechado te ponen las pilas en Ciudad Universitaria y un jueves-viernes te dejan con ganas de más; con una promesa en firme de Semana Santa granadina, con una conversación intensa con el Chico Escritor, y con propósitos de hacer visitas a los vecinos del Chico del Entusiasmo.
Uno no sabe cuánto quiere a sus amigos hasta que se enfrenta a sus post-operatorios, decía. Uno no sabe cuánto quiere a sus amigos, me temo, en general. Normalmente cuando lo sabe es tarde; así que, si lo descubre antes, debería celebrarlo.

Y dicha esta sarta de sandeces, me voy, con su permiso, a dormir mi agotamiento emocional.

4.3.10

Stay hungry, stay foolish


Volvamos a Steve Jobs en Stanford. Algo tendrá que decir, cuando lo ponen todo el rato. Pueden ustedes pasar directamente a la segunda parte, cuando acaba de unir los puntos y empieza a hablar de experiencias cercanas a la muerte. De vivir como si fueras a morirte porque un día cualquiera te das cuenta de que, efectivamente, vas a morirte. Supongo que sólo unos pocos privilegiados (a los que también podríamos llamar frikis) pueden decir con sinceridad que si fuese el último día de su vida irían a trabajar, y tengo bastante claro que esto no iría a ninguna parte si nadie fuera a trabajar, pero aun así, me parece un concepto metafórico bastante válido.

El caso es que llevamos mucho tiempo viviendo como si ya fueran días de más. El Chico Escritor no para de echar de menos el vitalismo. Yo tengo una necesidad preocupante de cambio permanente para poder mantener la vitalidad, porque se me muere en cuanto se agota el entusiasmo de los principios.

Y de pronto, te mira un señor que no te ha visto en su vida, te dice que estás viva de puro milagro, suelta cantidades industriales de carbón (o algo parecido) en la bañera, y te devuelve a un mundo seguro en el que el calentador de tu cocina ya no es un arma mortal.

Y es entonces cuando se te sublevan todas las células del cuerpo. Porque, durante todo este tiempo, resulta que ese calentador era un arma. Yo diciendo que agradecía no tener un arma al menos una vez a la semana, y resulta que no sólo tenía una, sino que la estaba usando. Todas estas sesiones de sueño, incluso las náuseas (y las sesiones de especialista, y la papilla de bario, y todas las broncas de gente que no entiende que si no como no es porque haya decidido no comer), pueden ser de eso.

En realidad, es posible que Cactus no esté aquí por eso.

Pero no queda nada de rabia. Debería estar llena de rabia, debería patear cabezas y odiar a los caseros irresponsables que no limpian las instalaciones de gas en 25 años. En vez de eso, estoy sintiendo un alivio que me mantiene despierta aunque haya pasado dos días en un estado de tensión permanente porque una no puede concebir que sus ganas de vivir supletorias (a.k.a. El Chico del Entusiasmo) estén dormidas y vigiladas por médicos durante dos días muy largos, que probablemente no hayan sido dos días pero han parecido incluso cuatro.

El Chico del Entusiasmo está camino de su 2.0, la versión 2.0 del Chico Escritor resulta que ya está aquí, y la mía sólo tiene que desintoxicarse del monóxido de carbono inhalado durante un año.

Y entonces sí, volveremos a estar hambrientos y alocados. Ya lo veréis.

3.3.10

Pactos con el diablo

En lo que llevamos de semana, he hecho uno de los comentarios más inapropiados del mundo por Skype (si me paro a pensarlo, dos de los comentarios más inapropiados del mundo), he dejado tirada a alguien que encima me ha hecho un favor, me he dado cuenta a media conversación de que no estaba escuchando lo que me contaban, he dicho en voz alta "menuda sarta de sandeces" tras un comentario argumentado y legítimo con el que simplemente discrepaba en los matices y me he comportado como una esquizofrénica rencorosa sin pretenderlo.

Aun así, creo que no me merezco la semana que estoy llevando.

FuerzaTodopoderosaComotellames, si dejas de mandarme complicaciones prometo encontrarme a mí misma, y ser buena con la gente que tengo alrededor. Pero reconocerás que así no hay quien se centre.