28.11.09

Caerse en la marmita mola

Hay muy pocas cosas en este mundo que sean tan eficaces contra todo tipo de males como un concierto con el Chico del Entusiasmo. Y si el concierto es un conciertazo, como fue el de ayer (Matt & Kim y The Sounds), pues mucho mejor. Tenemos arranques de "esto es un momento histórico" (por Matt & Kim) y arranques de "quiero decir que estuve allí" cuando salimos disparados en dirección el nuevo Supersonic, pero no nos gusta el nuevo Supersonic, porque cobran 10 euros de entrada y no hay Maja que valga 10 euros de entrada con semejante estado físico (resfriados, toses preocupantemente pectorálicas, dolor de piernas general, dolor de pie izquierdo en particular).

Así que nos encontramos con el Chico Escritor y acabamos en el Búho Real, que es un sitio que a mí me da como grima, pero en el que nos lo pasamos francamente bien y hasta hablamos con la chica cuya música será mejorable, pero que me ha regalado una canción muy apropiada hace un par de semanas para acompañar mi Zahara mood.

Llegamos a apostar que si hoy estaba enferma como una perra, el Chico del Entusiasmo se haría una excursión farmacéutica para proveerme de Ilvico en cantidades industriales, pero no need. Al que deberían vender en farmacias es al propio Chico del Entusiasmo, porque me encuentro claramente mejor en todos los aspectos.

Mi padre ha pasado un rato por casa y hemos tenido una conversación bastante satisfactoria, aunque no me gustan demasiado las conversaciones que incluyen la expresión "peras al olmo". El caso es que cuando uno habla de las cosas las ve bastante más claras; y sí, tengo que apostar por mí ("y si me han puesto en el tablero..."), y sí, lo estoy haciendo. Y sí, me encuentro bien, en general.

Al menos, ahora me encuentro bien en general, y no en particular. He dejado mi estado mariposil transitorio y dejo de poner caras de boba por las esquinas. Aun así, el Becario hace cosas últimamente un tanto curiosas. Hoy, me manda un mensaje prometedor o preocupante o las dos cosas a la vez, depende de cómo se lea. Y yo pienso en esta noche y me dan unos nervios bastante tontos que no sé a dónde me llevan ni si quiero que me lleven a ningún sitio.

El caso es que miro el reloj y sigo desubicada, tengo como cuatro horas de retraso biológico con respecto al tiempo-de-reloj, y en realidad me preocupa bastante poco. O incluso menos que poco. Porque llamo al Chico Carrá (últimamente, yo también me estoy volviendo muy de llamar) y quedamos para dentro de un rato, para conocer su casa, para re-conocerle. Le he echado bastante de menos todos estos años, si me paro a pensarlo.

Y estoy feliz, en cierto sentido expectante, en cierto sentido tranquila, y pienso que ya ni siquiera necesito el baño de burbujas que me había prometido. Si uno lo repite lo suficiente, todo puede ser espectacular.

1 comentario:

Mirta Peces dijo...

tú crees?
seguramente sí..

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