24.11.09

Apropiación indebida

A tontas y a locas, a las duras y a las maduras. En misa y repicando.

Llevo unos días tan esquizofrénicos en tantísimos aspectos que pierdo todos los favoritos de un navegador a otro, de un ordenador a otro. Creo que he descargado doscientas veces la documentación del Préstamo Renta Universidad, sólo para darme cuenta de que sigo sin tener mi certificado académico y mi resguardo de título, aunque los pidiera en julio.

Un poco de lo de siempre, de lo que debería ser y no es, de las listas. De coger mi libreta de listas y empezarlas desde cero, porque mi hermana ya no es la hermana que era cuando empecé la libreta, porque mis metas no son, mi vida no es.

Abrumada totalmente por mis lecturas, pienso cosas totalmente profundas mientras cruzo a toda prisa pasos de cebra camino de casa.

Madrid se hace tuya, como todas las ciudades, cuando la caminas hasta el desgaste. Una semana de Majadalejos-Madrid-Majadalejos-Mucho, mucho madriz. De recorrer La Latina como no lo he hecho cuando vivía ahí, de descubrir nuevas maneras de coger el metro en Lavapiés, de tomar un autobús para acabar en el Alcampo de Moratalaz, de apropiarme de Donoso Cortés y metérmela en un bolsillo.

Madriz es tuya cuando vas buscando el HD y encuentras tu tienda favorita, y decides que vas a mudarte mentalmente a un mundo de juguetes de hojalata, en el que no quepan ni Greimas ni Giddens ni nadie.

Aprender a estar sola con una misma.

Y detrás, el ruido, las prisas, las ganas, las obligaciones, los pequeños placeres.

Como bajar del metro en Ciudad Universitaria después de que dos chicos divertidísimos hayan tocado la canción del Tetris, y decidir que, sin duda alguna, eres demasiado feliz para encerrarte a ver una película, sea esta cual sea.

Como sacarle la lengua al miedo.

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